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El silencio se crea

El silencio se crea

Me has dicho que buscas la felicidad… Significativo.
Esa incesante búsqueda fuera de ti, te agotará, se cebará con tu esperanza… Puedes conectarte con ella porque está en ti.
Te invito a observar, a despertar tu curiosidad, a permitir que tu mente se abra movida por la duda… Aparta las certezas  porque te atan… Busca en tu interior y sumérgete en un silencio de escucha, de observación, de calma, de reflexión porque el silencia se crea, no te lo impongas, solo créalo.

El silencio se crea.
Hay silencios duros, ásperos, evasivos… esos de aquellos que se parapetan detrás de él para impedirte llegar, para evitar compartir… o ese obligado silencio de quién no quiere escuchar y se impone. Te calla o te impide y te silencia…

Otros son maravillosos, esos silencios cómplices que con una mirada se graba el momento o los silencios de dos enamorados que sólo se miran y se despliega una legión de emociones de intensidad absoluta…

El silencio del que expone en público después de una frase que compromete, que necesita una vuelta para ser comprendida… Crea ese espacio de reflexión necesario, con un silencio

Esa nota de silencio que separa cambios bruscos de ritmo e intensidad en la pieza musical, y permite pasar de la intensidad más absoluta al silencio brusco que da paso a la interpretación piano, piano…

Ese espacio, esa vía de salida, la crea el silencio.

La intensidad del duelo acompañado, en silencio, por esa persona que siempre está y llena el momento de contenido, robándole el espacio a las palabras huecas y las frases hechas.

Es la frase, que no recuerdo dónde la he leído, me acompaña desde el mismo momento que la leí. “El silencio se crea”
En aquella época yo trabajaba como maestra en educación primaria y el ruido persistente suponía un problema. En continua conversación, ruido y trasiego la atención es dispersa así que la clase no tenía valor y con esa lectura,  había encontrado la solución. El silencia se crea.
Fue un despertar…
Recordé algunas explicaciones que una de las mejores profesoras que he tenido, explicaba en sus clases. Pequeños tips, trucos, que disponían a la audiencia al silencio.
Los probé todos, funcionaron. Llegamos a automatizarlo porque visto el resultado, lo explicamos y los niños (primero de primaria) lo respetaban contentos. Aprendían a disfrutar el trabajo en pequeñas porciones de concentración/descanso y sobre todo, a conectarse cada uno consigo mismo.

Fue tan positivo que nunca hizo falta volver a imponerlo. Se creaba, se habituaron a trabajar en silencio y el rendimiento era mucho mayor. Eso lo combinábamos con otros momentos de trabajo colaborativo, actividades en las que podían charlar…
Ese fue mi primer contacto con él. Y luego, la práctica hizo el hábito y éste hizo el resto. Descubres tanto de ti cuando entras en silencio…

Creas un espacio, de tiempo, pero que termina siendo un refugio porque desaparece el ruido, todo, el interior y el exterior. Tiene gancho porque consigues entrar en calma. Creado el hábito tienes ese espacio para ti. Tu espacio sin ruido… Te conecta, desaparece el peso de la conciencia social que tan pesada es a veces, y apareces tú en estado puro.

Te invito a que empieces desde ahí. Trabaja el silencio, disfrútalo, explóralo, empápate de silencio. Piérdele el miedo, es un bálsamo…

Empieza gradualmente,  muy poco a poco. Hazlo ahora mismo si quieres, cierra los ojos y dedícale unos minutos de atención a las sensaciones de tu cuerpo, en combinación con tu respiración. Concéntrate en ello, observa el silencio, el cambio de ánimo, no pongas más objetivo que el cortar la rumia, descansar meciendo tu atención en el silencio.
El mejor sedante natural es esa mezcla que sabrás prepararte de respiración, silencio y la atención centrada en ello.
Prueba y me dices… Puede que estés tejiendo el mejor hilo conductor a la felicidad.
Créelo y créalo!!!

Un abrazo y nos vemos en la siguiente entrada.

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