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Llego sin instrucciones

Un día de lluvia llego sin instrucciones y sin protección. En esos primeros días vamos acostumbrándonos a convivir, yo tengo que aprenderme los horarios que me marca el hambre, tu adaptarte a ellos. Mi llanto cuando se acerca la hora de mi toma es exigente y la respuesta no se hace esperar, no sé si será exagerado decir que empiezo a dirigir tu atención con mi llanto… Es en ese momento donde se va creando la protección que tanto necesitamos para sobrevivir. ¿Las costumbres hacen leyes? No lo sé pero perdura esa atención protectora en momentos que no debería necesitarla…
María Montessori decía que «cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para el desarrollo»
Llego sin instrucciones y sucede que, cada movimiento que he de aprender, es casi un conquista doble. Primero salvar tu protección y luego conseguir la habilidad, desde el gateo hasta caminar o subir una escalera…
La comida está en el plato hasta que organizas un juego en el que yo soy el protagonista y mientras vas organizando lo que debía tomar antes o después.
Tardo en hablar. Para qué iba a hacerlo, con un dedo lo consigo todo… Mi socialización sin lenguaje no es buena y me voy haciendo rebelde porque nadie me trata como tú, ese dedo no me funciona con los demás…
Quiero todo resuelto, no aprendí a planificar, a resolver, a ocuparme de mis obligaciones, todo resuelto porque si me equivoco voy derecho al enfado y a la frustración, no sé pelear por conseguir lo que siempre me vino dado.
Debes tomar conciencia de que todo es producto de tus miedos. Actúan como un freno para mí, en el tiempo y en mi capacidad de hacer frente a mis dificultades y responsabilidades.
Confía en mí, ayúdame, apóyame, cuida tus palabras con ellas se escapan tus miedos, que serán los míos aprendidos… Abre tu mente y acompáñame en aquello que deba aprender, no recibirlo. Aprende a decirme NO! Siempre estás a tiempo y yo también, a tiempo de adaptarme, de hacerme libre y tomar decisiones, socializar con los iguales y con los que no lo son porque tendré que observar comportamientos y aprenderlos por imitación, sin exigencias, esas que aprendí a través del llanto y que tú obedeciste por siempre. Todo debo conseguirlo con tu ayuda pero con esfuerzo propio porque ser adulto se construye, no aparece con la edad.
Llego sin instrucciones pero intuyo que un  trabajo de construcción, formación y modelado debe incluirme para ir aceptando dificultades y aprendiendo a resolverlas. Esa será nuestra recompensa…

Inclúyeme como agente activo de un recorrido que sin duda ha de ser mi maestro.

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