Si pudiera silenciarte como a un grupo de Whatsapp…
Si pudiera prohibirte el acceso, cambiarte la ruta…
Si tu insistencia me fuera indiferente, no batallaría…
Una forma de abrazarte, es posible…
Una forma de darte rienda “suelta” me da el mando y apaga el miedo. Te suelto y esto es una forma de castigo para ti, porque eso me libera, me calma, me premia. Y, mientras tú vagabundeas, yo respiro. Afanada en ganarte la partida.
Cuando vuelves todo se apaga, por eso juego a ponerte colores, los más oscuros, los más pesados y que arrastran el tiempo pasado. Ese exceso, esa carga te lleva al suelo y yo puedo flotar en el mar en calma de mi yo profundo.
Cuando vuelves te respiro, te inhalo en el aire limpio que me invade y al que temes porque te disuelve.
Cuando vuelves es cuando descubro que eres valiente solo mientras te lo permito, en cuanto te miro de frente titubeas. No me aguantas un solo asalto porque estás hecho de la figuración y el miedo. Eres un figurante, un extra de película.
La protagonista soy yo y decreto:
– Que no tienes sitio a mi altura,
– Que descubrí tu juego y salgo a ganar, con miedo pero al fin, sin rival.
– Que eres un personaje de ficción, con el papel de “malo”
– Que mi fortaleza podrá una y mil veces contigo.
Tú, mi pensamiento negativo, tienes astucia y constancia pero te falta consistencia, no eres real.
Cuando te hago frente, abandonas. Eres humo. La vida sigue.
Me entreno. Me entreno para tenerte a raya. Es solo cuestión de “atención”
Una atención dirigida, una atención enfocada, que te echa a un lado. Ahí estás perdido.
Ahora que entreno, fortalecida, sé que volverás a visitarme y serás bien recibido y bien tratado, pero también sé que tu visita será corta, porque yo decido:
Te invitaré a un té y te mostraré la salida. Y, como en el cuento de la cenicienta, el último sorbo te convertirá en una calabaza vacía, un Halloween intermitente… Te llenaré de velas encendidas que muestren el hueco, el aire que en realidad eres…
Vuelvo a mi tiempo, a mis ganas, a escribir la vida en celeste con nubes blancas. A cultivar mi presencia y mi calma, a conducirme sin peso, pasos en colores pastel del tiempo presente y te cederé un espacio para ti, para tus fantasmadas. Solo yo tendré el control. He aprendido a hacerlo…
No te vayas lejos…
Siempre podemos hacer un trato… No vale el truco…
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