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El sábado hemos hecho un taller de escritura personal. Sí, para esas personas que quieren escribir y un miedo velado las frena. Necesitan calmar su diálogo interior o simplemente ordenarlo. Abrirlo y cerrarlo a demanda, sintiendo que pueden apartarse de él. Pero ¿Qué queda y qué sale cuando escribimos?

La sala, con un rico incienso de ámbar y azafrán, se vuelve acogedora para todas las personas que llegan. Y todas comentan lo bien que huele porque los aromas despiertan una respuesta emocional enseguida.

Y… ¿Qué despierta esto en el cuerpo? ¿Dónde lo sientes? ¿Cómo? y en los recuerdos ¿a qué lugar te transporta este aroma?

Conexión, consciencia. De eso se trata. Entramos en otro momento, en otra dirección. La intención es mirar hacia dentro.

Hacemos una breve meditación.

Bajar al cuerpo.

Acompasar la respiración. Meternos en nuestra burbuja de aire que vamos dibujando recorriéndonos con nuestra atención y nos abrirnos a la experiencia. Aparece la calma…

Me concentra, me equilibra…

 

Sensaciones corporales, algún pensamiento que, dejándolo caer como una pluma, se enlaza en un baile con el aire, lo que nos permite verlo fuera de nosotros. Nos demuestra nuestra independencia.

¡Yo no soy mi pensamiento! Cuando manejas habitualmente tu atención, te das cuenta. El pensamiento es un evento mental, no forma parte de ti, ni de tu intención… tú meditas, vuelves a tu ancla y el pensamiento se desvanece

Volvemos a nuestra burbuja.

Tres o cuatro preguntas guían el primer texto.

Escribir lo que sientes, cultivando previamente esa presencia en el cuerpo, es fluir, latir a corazón abierto, pero, en un entorno seguro.

Nada hay más íntimo que tu letra y tú. La confesión es contigo porque es el  cultivo de tu intimidad pero viéndola de frente, ahí fuera, en el folio o en el cuaderno.

Salen «cositas», es por eso que lo que iba a ser un texto corto, se alarga. Ellas fluyen con el momento. Se hacen conscientes de como se había enmarañado todo. Todo lo que no ves cuando estás dolida o demasiado atenta a un solo aspecto y te pasa la vida por delante y no la ves.

Esa puesta en común contigo mism@ abre una nueva vía de coqueteo con el orden.

Por eso ellas siguen escribiendo. Han empezado a fluir, a disfrutar, a querer contarse todo. Tirar del hilo…

Del hilo que hilvana momentos inconexos y encuentras el modo de ovillar ese hilo que no es otra cosa que tu vida, sin nudos. ¡Esto es lo que queda!

Ordena tu espacio interior y a su vez el exterior, que es tu cancha. Una cancha reflejo de lo que llevas dentro y que, una vez ordenada, se refleja de dentro a fuera.

Ponermos orden con las palabras, dentro y fuera

 

Anímate a escribir, te lo debes. Estarás contigo, solo contigo.

Haremos más talleres, publicaremos fechas para iniciarse. Estate al loro

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